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Fuerza, esperanza y coraje: La historia de un superviviente

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Al ver los moratones que su padre me había infligido, mi hijo se encogió de hombros y los llamó "cicatrices de batalla". Esas palabras me aterraron; mi hermoso y tierno hijo pensaba que eso era normal. Si no fuera por mi hijo, nunca me habría embarcado en el viaje de dos años para dejar a mi marido de 38 años. Él fue la razón por la que finalmente acudí al médico después de haber sido maltratada físicamente.

Comparto mi historia porque el silencio perpetúa los mitos que rodean la violencia doméstica: qué es, cómo es, a quién le ocurre. He aquí algunas verdades sobre la violencia doméstica que he aprendido a lo largo del camino. No importa quién seas, tu aspecto, tu raza o etnia, tu estado civil, tu educación, tu cuenta bancaria, tu trabajo, tu género, tu orientación sexual, tu edad, tu religión o tu política. Soy enfermera y creía saber algo sobre la violencia doméstica. No tenía ni idea y tampoco mi familia ni mis amigos. Un buen amigo de la familia, realmente conmocionado por la revelación de la violencia en nuestro hogar, se esforzó por comprender y se disculpó antes de preguntar: "¿Qué parte de esto es culpa tuya?"

¿Qué parte de ser golpeado poseo? Ninguna. 

Nuestro silencio refuerza la red tejida por una persona controladora y abusiva. Sentimos que nos merecemos el maltrato, que lo provocamos, que si fuéramos mejores personas o hiciéramos lo correcto, no ocurriría. Sentimos vergüenza, miedo, negación, duda, incredulidad, culpa. Este viaje requería fuerza, esperanza y coraje; El Retiro fue inestimable para mí a la hora de desarrollar esas cualidades. Pude poner todo sobre su mesa: mis experiencias, mis pensamientos, mi miedo y mis sentimientos de vergüenza y culpa. Allí, sobre esa mesa, podía sacudirlo, hurgarlo, diseccionarlo hasta que pudiera ponerle nombre, entenderlo, aceptarlo y afrontarlo. No se juzgaba, sólo se aceptaba y comprendía, se orientaba suavemente, se educaba y se afirmaba.

No estoy loca, no merezco ser humillada, ridiculizada, menospreciada, empujada, golpeada. No estoy sola y tú tampoco.

El teléfono de atención multilingüe del Retiro, 329-329-2200, está disponible las 24 horas del día para cualquier persona que necesite ayuda. Visite nuestro Página de ayuda para obtener información sobre todos nuestros servicios gratuitos y confidenciales.

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