Por Sarah Samson, MPH, CHES
Coordinador de proyectos de Bares más seguros de Long Island
Mi experiencia como trabajadora social en el ámbito de la violencia doméstica comenzó cuando trabajaba con familias que anteriormente no tenían vivienda. La mayoría de mis clientes habían sufrido algún tipo de violencia doméstica o sexual antes de quedarse sin vivienda. Cuando se me presentó la oportunidad de trabajar en la prevención de la violencia sexual en las comunidades, no lo dudé. Prevenir la violencia sexual y doméstica a nivel comunitario me ha permitido ser creativa a la hora de llegar a socios no tradicionales, como bares y restaurantes. He conocido a muchas personas increíbles que trabajan en la vida nocturna y que realmente se preocupan por su comunidad.
Sabemos que la violencia doméstica y sexual está muy extendida, y que centrarse en las experiencias de los supervivientes es importante incluso a nivel comunitario. A lo largo de los años hemos podido colaborar con grupos como Lady Brewsters y Queerli Social. Estas colaboraciones nos han ayudado a llegar a mucha gente que quiere prevenir la violencia en los espacios de ocio nocturno.
Creo que lo que más me gusta ahora mismo de ser trabajadora social en el ámbito de la violencia doméstica es la posibilidad de colaborar con personas de todos los entornos y espacios que se unen para lo mismo: la seguridad de la comunidad, la posibilidad de mostrarnos como somos y de encontrar la alegría en espacios comunitarios como la vida nocturna. Siempre está evolucionando.
Estoy muy orgullosa del trabajo que hago y de llamarme trabajadora social. Espero seguir aprendiendo y creciendo junto a otros trabajadores sociales para que podamos continuar con nuestra importante labor.